Poemario I Sonetos I Rimas

 




Saudade

Mientras tanto sigamos escuchando
alguna voz de aliento, una señal
perdida, en cualquier vaivén pasional
que pervive en las noches, y extrañando

el animal nocturno percibiendo
el aullido del dulce manantial
que apetece una canción celestial
en resplandeciente aurora danzando

la canciones aquellas, que hace rato
partían la vida, y siempre fue bello
atravesar senderos de memoria .

mucha luz ha corrido en el destello
las brillantes ideas de un relato
tiritando en la mente de la gloria.





















Esputo


¡Oh castigo enjaulado como loro!
transeúnte de un historia perdida,
es la historia contada y repetida,
en racimos de lágrimas en coro.

puesto al hecho del efluvio sonoro,
recorre las arterias de la vida,
y me quedo aquí; no me voy en huida,
esquivando me quedo con el oro.

esputé varias veces para arriba,
y nada entre las cejas me calló,
la Gravedad se viola en todas partes.

ya se recalentó cuando te enfriaste,
se alzó todo, se levantó, mamó
las tetas del estado, se llovían.

Joan Pined creatividadpoética




























Intentos


Más que realizar miles de intentos,
para alcanzar tu amor, mi paz, mi sueño,
sí, lo pude lograr con todo empeño
de mi vida, mi libre pensamiento.

Someterme a un examen de tormento,
en el aguante, el ir mordiendo el leño,
y me he sentido a veces tan pequeño...
y mi alma se ha guardado ese lamento.

Las caricias invadieron las sombras,
selvas sagradas, la dulce delicia,
eso es sencillamente un gran misterio.

A veces falta una dulce sonrisa,
y me siento feliz cuando te asombras,
la locura de amar, es algo serio.







































CONVIDA

La cortesana a degustar convida
un platillo de carne bien asado,
dale a la vida ganas ¡consagrado!
y dale vida a la suerte, va de ida.


Dale por todos lados sin medida;
la pechuga, la gloria del pescado,
no hay que desperdiciar ¡afortunados!
los muslos y las piernas, el bocado...


El hambre abunde, y que la gana sobre,
en este inquieto mundo todo asusta,
temerosos los pelos se alborotan.


La lengua sin piedad desbarajusta,
lamiendo la suspicacia que se abre,
y donde ávidos labios se devoran.