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Su rostro es el amanecer

 












Paz




Vamos hacia los árboles... el sueño
Se hará en nosotros por virtud celeste.
Vamos hacia los árboles; la noche
Nos será blanda, la tristeza leve.


Vamos hacia los árboles, el alma
Adormecida de perfume agreste.
Pero calla, no hables, sé piadoso;
o despiertes los pájaros que duermen.

A unos ojos

 





A unos ojos

-Ramón de Campoamor-




Más dulces habéis de ser,
si me volvéis a mirar,
porque es malicia, a mi ver,
siendo fuente de placer,
causarme tanto pesar.


De seso me tiene ajeno
el que en suerte tan crüel
sea ese mirar sereno
sólo para mí veneno,
siendo para otros miel.


Si crüeles os mostráis,
porque no queréis que os quiera,
fieros por demás estáis,
pues si amándoos, me matáis,
si no os amara, muriera.


Si amando os puedo ofender,
venganza podéis tomar,
porque es fuerza os haga ver
que o no os dejo de querer,
o me acabáis de matar.


Si es la venganza medida
por mi amor, a tal rigor
el alma siento rendida,
porque es muy poco una vida
para vengar tanto amor.


Porque con él igualdad
guardar ningún otro puede;
es tanta su intensidad,
que pienso ¡ay de mí! que excede
vuestra misma crüeldad.


¡Son, por Dios, crudos azares
que me dén vuestros desdenes
ciento a ciento los pesares,
pudiendo darme a millares,
sin los pesares, los bienes!


Y me es doblado tormento
y el dolor más importuno,
el ver que mostráis contento
en ser crudos para uno,
siendo blandos para ciento.


Y es injusto por demás
que tengáis, ojos serenos,
a los que, de amor ajenos,
os aman menos, en mas,
y a mí que amo más, en menos.


Y es, a la par que mortal,
vuestro lánguido desdén
¡tan dulce... tan celestial!...
que siempre reviste el mal
con las lisonjas del bien.

¡Oh, si vuestra luz querida
para alivio de mi suerte
fuese mi bella homicida!
¡Quién no cambiara su vida
por tan dulcísima muerte!


Y sólo de angustias lleno,
me es más que todo crüel,
el que ese mirar sereno,
sea para mí veneno,
siendo para todos miel.

Romance

 



Romance

Voy buscándote toda, en los pretextos,
que se asoman lejanos, en la sombras,
y ya no me asombran nada, los eventos,
no existe la sorpresa, que me nombras.

La comedia se pasó, dando la vuelta
en todas las esquinas, palpitares ajenos,
con extraños, vecinos de paredes,
que hablan con aparatos,
emociones de ratos, de una forma
y de otra, pienso que es atractivo,
navegar en los mares revueltos,
todos somos, muy raros,
de una persona a otra no se escucha
una mano que se brinda, y no se tocan
los ojos que ven a otros, que no miran
los labios que se quedaron secos,
esperando el oasis perdido
en la garganta.
divagando en las certezas
de un dilema, es la alternativa
de aquello tan ameno,
tan casual,
tan aparente…
es simple, sin embargo
yo con gracia cargo el sentimiento,
siempre con mis afanes de un amor
sincero, esencia natural y necesaria,
y me volví desnudo en cosas imposibles.
Pero no hay un riesgo más hermoso,
que el romance atrevido y caprichoso.


©José Ángel Pineda ©Creatividad poética

Rimas I Poemas I Gustavo Adolfo Bécquer

Gustavo Adolfo Bécquer

Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870), poeta sevillano, 
fue uno de los máximos representantes
del posromanticismo en España.


En su creación poética destacan temas como la poesía, el amor, 
el desengaño, la soledad y la muerte.



Henri Adrien Tanoux (1865 1923)
"El arpa"
Óleo sobre lienzo


Rima IV


¡Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueño tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo
veíase el arpa!

¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en la rama,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!

¡Ay! -pensé- ¡Cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz, como Lázaro, espera
que le diga: "Levántate y anda".


Este poema es uno de los más reconocidos de Bécquer, donde el poeta reflexiona sobre el arte y el talento, comparando el potencial creativo con un arpa olvidada que espera ser tocada por alguien capaz de despertar sus melodías.




Rima II 

- Bécquer

Yo me he asomado a las profundas simas
de la tierra y del cielo,
y les he visto el fin o con los ojos
o con el pensamiento.
Mas ¡ay! de un corazón llegué al abismo
y me incliné un momento,
y mi alma y mis ojos se turbaron:
¡Tan hondo era y tan negro!






Rima VII
- Bécquer 

Del salón en el ángulo oscuro,
de su dueña tal vez olvidada,
silenciosa y cubierta de polvo,
veíase el arpa.
¡Cuánta nota dormía en sus cuerdas,
como el pájaro duerme en las ramas,
esperando la mano de nieve
que sabe arrancarlas!
¡Ay!, pensé; ¡cuántas veces el genio
así duerme en el fondo del alma,
y una voz como Lázaro espera
que le diga «Levántate y anda»!






Rima I 

Yo sé de un himno gigante y extraño
que anuncia en la noche del alma una aurora,
y estas páginas son de ese himno
carencias que el aire dilata en las sombras.
Yo quisiera escribirlo, del hombre
domando el rebelde, mezquino idioma,
con palabras que fuesen a un tiempo
suspiros y risas, colores y notas.
Pero en vano es escuchar; que no hay cifra
capaz de encerrarlo, y apenas ¡oh, hermosa!
Si, teniendo en mis manos las tuyas,
pudiera, al oído, contártelo a solas. 

Gustavo A Bécquer




Rima IX
- Bécquer

Besa el aura que gime blandamente
las leves ondas que jugando riza;
el sol besa a la nube en occidente
y de púrpura y oro la matiza;
la llama en derredor del tronco ardiente
por besar a otra llama se desliza;
y hasta el sauce, inclinándose a su peso,
al río que le besa, vuelve un beso.





Poema: RIMA XXXVIII.
Autor: Gustavo Adolfo Bécquer.





Rima XXIV 

Dos rojas lenguas de fuego
que a un mismo tronco enlazadas
se aproximan y al besarse
forman una sola llama;
dos notas que del laúd
a un tiempo la mano arranca
y en el espacio se encuentran
y armoniosas se abrazan;
dos olas que vienen juntas
a morir sobre una playa
y que al romper se coronan
con un penacho de plata;
dos jirones de vapor
que del lago se levantan
y al juntarse allí en el cielo
forman una nube blanca:
dos ideas que al par brotan,
dos besos que a un tiempo estallan,
dos ecos que se confunden…:
eso son nuestras dos almas. 

Gustavo A Bécquer







Poema: RIMA XXIII
Gustavo Adolfo Bécquer
.







Poema: RIMA XX
Gustavo Adolfo Bécquer.




Rima IV 

No digáis que agotado su tesoro,
de asuntos falta, enmudeció la lira;
podrá no haber poetas; pero siempre
habrá poesía.
Mientras las ondas de la luz al beso
palpiten encendidas;
mientras el sol las desgarradas nubes
de fuego y oro vista;
mientras el aire en su regazo lleve
perfumes y armonías;
mientras haya en el mundo primavera,
¡habrá poesía!
Mientras en la ciencia a descubrir no alcance
las fuentes de la vida,
y en el mar o en el cielo haya un abismo
que al cálculo resista;
mientras la humanidad, siempre avanzando
no sepa a do camina;
mientras haya un misterio para el hombre,
¡habrá poesía!
Mientras sintamos que se alegra el alma,
sin que los labios rían;
mientras se llore sin que el llanto acuda
a nublar la pupila;
mientras el corazón y la cabeza
batallando prosigan;
mientras haya esperanza y recuerdos,
¡habrá poesía!
Mientras haya unos ojos que reflejen
los ojos que los miran;
mientras responda el labio suspirando
al labio que suspira;
mientras sentirse puedan en un beso
dos almas confundidas;
mientras exista una mujer hermosa
¡habrá poesía! 
 Gustavo A Bécquer.




Poema: RIMA LX.
Autor: Gustavo Adolfo Bécquer.




Poema: RIMA XVII.
Gustavo Adolfo Bécquer.






Poema: RIMA X.
Gustavo Adolfo Bécquer.






LA IMPORTANCIA DE PEDIR PERDÓN 


GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER

Asomaba a sus ojos una lágrima
y a mis labios una frase de perdón.
Habló el orgullo y se enjugó su llanto,
y la frase en mis labios expiró.
Yo voy por un camino, ella por otro;
pero al pensar en nuestro mutuo amor,
yo digo aún: ¿por que callé aquél día?
y ella dirá. ¿Por qué no lloré yo?
Es cuestión de palabras,
y, no obstante,
ni tu ni yo jamás,
después de lo pasado convendremos
en quién la culpa está
¡Lástima que el amor un diccionario
no tenga donde hallar
cuando el orgullo es simplemente orgullo
y cuando es dignidad!